Despedazada en la piel del conocimiento
para siempre y horriblemente inmemorable
la eternidad se se vuelve sombra de la nada y agoniza
mientras todo lo demás también está echo pedazos
y los buitres del universo se comen los rastrojos de los continentes
y las estrellas se vuelven charcos de agua y explosiones
que ya jamás ningún ser humano podrá volver ver.
A lo largo y lo ancho del tiempo seguiré siendo vestigio,
perdido, entre gritos y hachas que cortan las manos,
y castigos de inquisición que fueron los peores crímenes
cometidos núnca por algún ser viviente de esta dimensión.
Aquí, donde todo es irreparable, donde todo está roto
mis manos se enrrollan en tu cintura, y mis versos
se transforman en llantos y fuegos azules, arcos y flechas.
La realidad me envuelve con la helada nocturna
y la desesperación me quiebra el craneo, me ejecuta
y me abandona. ahora soy angústia inútil, gano mi derecho a perder.
A la expectativa de la jubilación veo la multitud de pies
que se hacen llamar personas. una lluvia enfurecida los mete
bien adentro en sus cuevas, temiendo que sus techos
no se vengan abajo. la muerte les anda rondando.
Me trago de un sopetón mis palabras al oir los lamentos
y las personalidades que me sobrepasan.
Corrompiendome en cunetas se me pasa el día
la noche, y me crece el pelo y las uñas, que crecerán
aún despúes entrar en un fúnebre cajón
cuando la manta asquerosa de la vida ya no me envuelva.
La claridad se enamora de los cielos y ya camino de vuelta.
Es hora de quitarse los calcetines, cuando el ruido de muchedumbres
se hace pesado para dormir. pues ya a esta altura
nos acostumbramos a acostarnos cuando todos se visten.
Me invaden ganas de ver el mar sin porquerias
de que las máquinas no exístan, que reviente todo ahora mismo.
En solana y umbría mi fisionomía es la misma, delgada y aburrida.
la de un grito y pánico. La de risa dolorosa y alcohol barato.
Echado en el piso, antes de explorar el interior de mis parpados
la idea del bien y el mal, de la vida y la muerte
invade al ciento por ciento los centímetros de mi cabeza
pues luego de sucumbir en el confuso sueño
la libertad, que nos ha sido negada durante siglos
vuelve a andar por ahí coqueteando suelta y loca.
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