Aire, tu.




Pienso
que tu
me vas a
dar tu aire, sangre
nueva, se que me darás
tu aire, ojos rasgados, se
que me darás tu aire, aerolito
y me vas a dar tu aire, alas cortas
se que me darás
tu aire, tu nombre          tu aire, tu
tu aire, tus alas             tu aire, tu
tu aire, nada                 tu aire, tu
nada                            tu aire, tu
nada de nada
nada de nada












Me miras y me besas a través del aire
te miro y también beso el aire que besas
y ya no te acercas ni me tomas las manos
ni ríes metamorfoseando las pupilas
solo me miras quieta como un rayo de sol

Yo me limito a mirarte y a odiarte mucho
pero mientras mas te odio mas besas el aire
y el aire queda con un pequeño aroma a ti
y no puedo evitar amarte en este silencio
cuando me miras quieta como un rayo de sol









La sordera es la mejor compañera

Tu que muestras dientes indefensos, toma mis ansias
y contamina mis aguas de tus risas y un poco menos
sacúdeme todos tus rastros de la cara y la boca
recuérdame que no existen culpables, senténciame
que yo no soporto verte huir de la mano con otro.










Conceptos, palabras y ebrias metonimias utilizadas en una conversación habitual de día miércoles

-síntomas y efectos
-vulnerabilidad social
-relación entre información y enunciado
-política y vida simple
-poesía y retruécano
-ejemplos descolgados
-infinitomancia
-clarividencia
-intempestuosidad
-malapata
-agudiversificación
-problematizaciones
-despositivación del hecho postulado y rígido
-ley
-homogeneización
-sujeto-objeto
-realidad relativa
-conocimiento falsificado
-comprensión humana
-manerismos
-libertad
-aqüeduchas
-hipertextualprolijamiento
-aproblemado
-diferente
-forma colaborativa
-cambio de roles
-amor
-si
-amor
-no
-transformetilcelulosopondriacardiazacionadamente
-nunca
-mismo
-catalizador
-transformación de la sociedad
-ridiculez
-conchetumare
-muerte por autocercioramiento
-placer
-awzioñeslloyengd (inentendible)







No se que pasó entre medio, decirle; entre esto y lo otro…

Camino a través del aire
el recuerdo del barquito
el beso en la mejilla
la luna amarilla por la noche
pero en la cabeza no
no mas flores por favor
para saciarte las ansias
yo tengo un mar para traerte
y me das las gracias
-y las des/gracias también-
amor, no mas, por favor…

 

.




                                                                                                  
Un cuento es lo que le contamos a un niño para darle la comida, y a los adultos para que nos la den…

H. Müller.






Yo!




Yo soy mi corazón y mi coraza, el que estuvo vivo mucho tiempo, el animal extraño, las mentiras, quien decide, el anhelo y otros, y las cuerdas que faltan, el puñadito de alma-buena que se mecía en las galeras, el que recogió las cuerdas, y el que entre la maleza desaparece, el pájaro retenido y nunca abatido, los sorbos largos y cortos, una mañana de vientos, una tarde de soles, a solas, y las lunas de las noches, muchas mas, siempre despacio, el sucio, el oscuro los domingos, y los sábados en situaciones, fallecido, perdido, feliz, el inmensamente ebrio de azules, aturdido, el incomprendido, enamorado, soy otras voces, otros besos, otras veces, soy yo!, mírame, amor, mírame, soy este momento, el color desconocido, el pincel viejo, el dibujo con borrones, el experto en el arte de usar y dejar, la mejilla sonrojada, el suelo en las narices, el escupo hacia el cielo, el aullador desenfrenado, el silencioso, el calladito, el menor de siete mil millones de hermanos, y el que ninguno de ellos conoce, amor, nadie, soy, nadie, y pensaba nunca serlo, pero soy yo!, el que escribe, soy yo, las dos de la mañana, el que se queda a dormir contigo, el que no te ha visto en millones de horas, el que sonríe, el que falsamente sonríe, como una flor de plástico, el insolente, el sexo químicamente raro, el advertido, el que no sabe lo que dice, el que dice nada, el que desconfía toda la vida, la mala acción del día, la buena a veces por si acaso, el que mata al resucitado, la herida y el dolor de la misma, la felicidad en dosis de 500 mg, uno que otro error, varios aciertos, ningún resultado aun, soy mis ojos, lo que ven y no existe, lo que ven y que rozan, lo que ven y se aleja, el espejo de pupilas, soy mi cuerpo, soy lo que tengo, soy lo que soy hoy, el que estuvo vivo mucho tiempo, soy yo, amor, imbécil amor, soy yo, el que se ha asesinado.






Barco de Maní




Le había pedido a mi madre que no apagara la luz. Yo lo presentía. Se venia oyendo desde el fondo de la noche. Ella apretó el interruptor sin hablar nada y cerró la puerta. Sus pasos en la escalera eran cada vez más ajenos. El cuarto estaba oscurísimo esa noche, mas de lo habitual. Por el agujero del techo se asomaban incrédulos algunos murciélagos que viven ahí. Mi hermana chica dormía hace ya un rato. Yo estaba a punto de caer al sueño profundo, pero aun estaba algo despierto, en un cierto estado de vigilia. Allá afuera, en la calle, por el lado de la cancha, un carrito de maní, de esos que tienen forma de barco, durante varios segundos, soltó un aullido a la manera de un buque pequeño, un grito agudísimo, incontrolable, que me atravesó la cabeza, exhalando una columna de vapor blanco y caliente hacia el cielo nocturno. Algo iba a suceder, yo lo presentía, y en cuanto el barquito de maní cerro su garganta caliente, un rugido subterráneo y lejano se acercaba como si fuera un corazón gigante que late en la oscuridad cercano ya a reventar. Un temblor de la tierra nos cayó encima sin darnos tregua. El cuarto piso se mecía violento y los murciélagos huyeron por el agujero del techo sin mirar hacia atrás. Mi hermana despertó llorando, confusa y aterrada. Yo no estaba menos asustado, pero guardaba algo de calma esperando que mi madre subiera la escalera y con su voz nos tranquilizara. Pasaron algunos segundos y mi madre no abría la puerta. Tome a mi hermana y bajamos la escalera, mientras el temblor aun quería hacernos caer desde lo alto de los peldaños. Cuando llegamos abajo, las últimas oleadas subterráneas se paseaban por la casa, movían los muebles y le sacaban mas lagrimas a mi pequeña hermana. Nos sentamos en un sillón y nos abrazamos. El silencio duró unos segundos hasta que se alzaron las voces de algunos vecinos y vecinas de los pisos de abajo. Mi madre no estaba por ningún lado. Yo sabia que no volvería, pero en todo momento le decía a mi hermana con voz tranquila que ella estaba en camino, que no nos dejaría solos. Nos quedamos en ese sillón, a oscuras, con la luz de la luna entrando por algunas ventanas, y agarramos algo de calor abrazados. Al cabo de un rato, mi hermana nuevamente dormía profundo, aunque con pequeños saltos y palabras al aire que buscaban protección. Luego volvió la luz, pero llegó sin mi madre. Asustado y cabeceando a momentos, abrasé a mi hermana para dormir. El grito humeante del buque manicero se oía aun en la calle. Lento, silencioso, asustado como nosotros. Intente dormir tratando de saber si el barquito nunca se había movido de ahí, o si era solo mi imaginación…