Dellabú


Hoy tocaba el hartado al mediodía (veremos), no el traidor de crespo o la matraca y anquilosada querida, ni el rápido hurgando en las fosas negras que lo pone a bailar -no a mí, quiero decir- a usted, usted o el otro. Contaba con tres rezos, gritaré, dijo -no te devuelvas (y gritó)- no he vuelto, de pasada voy, y el no verte me da pena; suspiró y el pañuelito le limpia la frente me da pena, quererte -y yo muerta en la hondonada estaba, entera- pensó -perdón-. Se fue el hoy y mañana no vendrá, (y dijo de salida, al cuidador de la noche; el irme es llevarme todas mis pertenencias) el sol, digo, no vendrá, ni las des-com-puestas del mismo. El viejo, el recipiente de años, buscaba el malo, la experiencia la abandonó, en, dicen, lo de siempre y llevó sus maderas a la salamandra de su madre. -Una silla que armaré- dijo la orgullosa aun más vieja que el viejo, y su voz recuerda a los duraznos. No los amarillos, recuérdalo al adolorido, el dedal en su mano y la otra en la tuya. Respira -dijo- botando aire, y respiró mirando la ventana (o a mi?). Pone cara rara y pregunta -que haces tu aquí?- es natural (y no lo era) que pregunte. Dime que has hecho -o des/hecho- en respuestas rápidas y cómodas. El tiempo es oro pa'l que no lo vive solo -dijo-. Su voz me recordaba un vidrio quebrado y si no fuese por su bigote que sobresalía fanáticamente sobre sus labios gastados, me habría parecido alguien totalmente extraño y simpático. Me miré las manos, limpie un poco mis uñas y trague un algo de saliva muy espesa. Parpadee. Una. Dos. Tres veces. Me tome casi un cuarto de hora de su tan dorado tiempo. Y el me miraba como si yo estuviera jodiendolo de sobremanera. En realidad yo no había hecho -ni des/hecho- nada. (creo). Yo cierro todas las puertas, observo por un agujero el farol de la calle, camino y vuelvo. -Nada- dije -no hago nada- y tocó su melodía como si en realidad yo no estuviera haciendo nada…
Y yo sentía que quería estar solo y llovía así despacito, como lluvia de amanecida, pero era de noche y el me hablaba y un rayo pasaba. Y la puñalada en la boca del estomago, ciega, volvía en cada tanto y su rostro, algo mojado, se transformaba con la lluvia que iba aumentando. Tremenda pena, y yo lo miraba y acercándose a mi cara me hablaba así en voz baja y en tono hermosamente penoso contaba como la extraña y pobre vieja le tejía un entero de lana a la bebe y se olvidaba de los puntos por estar tan vieja y rabiaba y lloraba, y añoraba estar con el que murió en la pieza de al lado en la que teje la vieja, y nosotros bajo la lluvia aun podíamos oírla rabiar y nos avisaba que ya iban a dar los goles de colo-colo y el botaba el humo de un cigarro y gritaba “YA” pero no se movía del techito de la puerta y su cara y su boca que no paraba de hablar volvieron a ponerse oscuras y me miraba y esperaba que yo dijera algo y yo no decía nada y volvía a hablar mojándose aun mas la cara en la lluvia y yo sentía que moría y el a la vez reía y recordaba que no era tan mentira y creí que iba a correr quizás mas de tres veces y … camino un pasillito muy corto, aun llueve y lo sé por que la puerta sigue abierta y se oye una música de guitarra y…
Me pedía que eligiera un librito y al parecer aun llovía -las flores y los caracoles del patio, y barro- y echo una mirada y el Invunche me recuerda el temor cuando era niño (y la lluvia caía igual que en aquellos tiempos). Aun me observa por las noches y yo me subo a las piedras -viento seco, el mismo de aquellos sueños, y el pájaro grandioso- desde el cuarto piso hacia abajo con el dolor de abandonar la matriz y cuidadora. Fugitivo, desnudo, y no sabe de historias. Nadie lo espera, y todos saben que vendrá. Viene cual la noche, como manta oculta y nocturna, danzante. -Yo hablo quietecito y la tuerca gira a la manera de los astros constantes y perfectos-. Aparece, aparecen, el frío y el. Déjennos pasar -gritaron- por favor! (Y el viento intenta meterse a la mala por la ventanita del techo). Golpea mas fuerte, que no te oyen en su sueño, golpea mas fuerte te digo! -le dice el viento- y el golpea con ambas manos y en la ventanita a veces por-si-acaso…Y la cortina impide ver mas allá de los sillones. No quiero mentir. No me gusta la idea de inventar lo que no es. Pero llegó…llegaron, y nadie lo(s) esperaba. Yo los observo, palidezco y anoto estas palabras en el libro que me regaló; -“soy un aire helado”- Me pongo a llorar como si estuviera flotando en un témpano o en la punta de tu dedo. Y chorrea y chorrea. Lo oigo de cerca; escucha el ruido -y nada suena-, las piedrecillas en el techo a las cuatro A.M. Y ni siquiera es por el eco, la lejanía de no estar cerca y el árbol empapado pedía auxilio. No fuimos nosotros quienes acudimos, si no los ausentes y allá, mucho mas allá, el grito continua. Y tu dormías, al menos intentabas, solías y podías dormir y yo imaginaba el guardagujas en la estación, con su jardinera muy sucia y el carril afuera el cielo arriba el mar adentro y el humedal falso que nunca pudimos conocer. Hoy saldré por la ventana, la otra vida, el espejismo. Saldré del árbol cual el fruto, a conocerte de nuevo. Hoy mi voz recuerda las arenas y el padre del tiempo, ansioso en su viento nos regala la nada...ánfora contenedora de todo, frasco vacío, como un perpetuo reloj de sales. Todo completamente oscuro y solo se oyen ambos alientos acoplados. -Eres tu?- me dijo -soy yo- le dije. Buscando. Desaparecida, No ha vuelto y no volverá. Desde este punto hacia arriba todo es falso. Desde ahora en adelante comienza el relato vacío...





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