Viernes no se cuanto


Cuando el silencio no se calla
llenamos los vasos de tragedias
en el aire de palabrotas con
la garganta de ríos rojizos
y nos limpian el alma
cada media hora con un trapero
manchado de restos de vinos
y de historias fantasmales
en las que los duendes borrachos
merodeaban las esquinas
de madrugadas frías
con la intención de robarles
a los amantes sus tanques
recién cargados de locura.


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