Sueño 17
Un precipicio,
un acantilado, y el cielo tiene un color rojizo como si estuviera hecho de
cobre y pintado por un niño con un pincel grueso. Hay mucha gente a mi
alrededor pero no conozco a nadie, entonces, de improviso, te veo a ti entre la
multitud. Me siento muy intranquilo. (Esta parte se torna muy confusa y
borrosa. Ahora no se donde estoy exactamente, con quienes y por que. Tengo
ganas de golpear a la gente y parece que la gente también tiene ganas de
golpear).
Estaban todos
bien borrachos. El crespo hablaba súper raro y tenia la cara enfurecida,
perdida y los ojos en lo mismo. Se puso de pie y lanzó una piedra muy grande
que en el aire se volvió más pequeña y esa piedra cayó en tu pierna izquierda,
y la herida comenzaba a sangrar. Te dolió? -preguntaba yo- y tu me respondías
que si, que te dolía mucho. Me sentí muy triste y cegado por un odio muy grande
a la vez. Tomo una piedra grandota, gigante casi, y la gente se asusta y se
apartan de mi lado para que no les pase nada. El crespito me mira perdido a lo
ojos y yo lo apunto con la gran roca alzándola sobre mi cabeza. Mi cuerpo se
vuelve débil y no puedo sostener aquella roca. Arrojo la roca al suelo
sintiéndome muy imbécil y tu me miras con cara de confirmármelo (que soy un
imbécil).
Nos están
entregando unas pruebas (también esta parte es bastante confusa. A momentos
estoy en una sala, hay otras personas, amigos, y luego todo desaparece, es
decir la sala y la gente se esfuman derepente). Estás tu, estoy yo, no se donde
estamos. Te pregunto con tono amable que como te ha ido en la vida. Te cuento
además lo tanto que te he extrañado. Y tu me besas. Calidamente me besas como
en aquellos días, y yo me tranquilizo mucho, y tu me besas otra vez y siento
nuevamente que me quieres mucho, y yo a la vez te quiero mucho y te miro a
momentos pensando que nada de lo que sucede es cierto. No puedo mirarte a lo
ojos por que me invade algo que no entiendo muy bien. Alegría?, pena? Yo estoy
como loco. Tu me tomabas la cara, apretándome los cachetes un tanto agresiva y
me decías que ya no me echabas de menos, que no nos veríamos mas, que nunca
fuimos nada, pero que en ese momento lo olvidáramos todo. Que solo ese momento
era la verdad. Y me besabas nuevamente, y tu voz era muy tranquila y reías a
ratos. Fugazmente recordé las noches en que conversábamos y luego dormíamos
juntos. Tu voz era la misma que la de aquellas noches, la risa…
Despierto con
el beso imaginario en mi boca, con algunas palabras inentendibles en la lengua
y con las ganas inmensas de volver a soñar.
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