Cuando el silencio no se calla
hablando a la nada quejumbrosa
llenamos los vasos de tragedias
en el aire de palabrotas con
la garganta de ríos tintos y blancos
supersticiosos de boleros antiguos
mientras nos limpian el alma
y la mesa
cada media hora con un trapero
manchado de restos de vino
y ruedan las historias fantasmales
en las que los duendes borrachos
merodeaban las esquinas
de madrugadas frías en la niebla
con la intención de robarles
a los nuevos amantes
sus tanques
recién cargados de locura.
.
Simplemente genial...
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